Siempre me equivoco al decir la fecha, pero bueno, solo por un año; el mercado es de 1934, su nombre es mercado de la concordia tal y como el barrio en donde estamos comenzando este walking tour Bogotá. Esto nos comentó nuestro guía Nicolas al mismo tiempo que abría la puerta invitándonos a pasar. Mi nombre es Phil, soy de los estados unidos; había planeado este viaje a Colombia desde el año pasado; compré los ticketes y me aventuré; luego busqué por internet las mejores cosas que hacer en Bogotá Colombia y aquí estoy hoy, un miércoles por la mañana en esta visita turística; que según los comentarios que leí antes de reservar, era una forma esencial para conectar con la cultura local; esto es lo que yo buscaba en mi primer día de viaje por Colombia. Nick, como nos había dicho el guía que lo llamáramos; nos condujo por el pasillo entre varios negocios, en el medio nos explicó la importancia del lugar y señalando un lugar específico entre tantos, nos dijo: 

—hoy sus vidas van a cambiar; ¿sabían que en Colombia ustedes pueden comer una fruta diferente por cada día del año? 

—¡No! —dije yo sorprendido. 

—ese lugar se llama oh gloria —dijo Nick—; hoy vamos a probar unas frutas allí.  

Nos acercamos al negocio. El dueño nos saludó y nos dio la bienvenida, había toda clase de frutas; aunque la gente local parecía acercarse más por los batidos; eran su especialidad; además tenían nombres muy originales nos dijo Nick, ya que ninguno de nosotros podíamos entender. Una de las jóvenes que trabajaba en el lugar se acercó al grupo con una bandeja llena de varias frutas listas para degustar; el guía comenzó a pasarnos una por una las frutas empezando por la feijoa y luego la guanábana; sabores muy únicos. La feijoa era familia de la guayaba nos dijo y la guanábana muy dulce y gomosa. Este es el mango prosiguió, este es de Hilacha pues tenemos al menos unas 10 variedades de mango, yo de inmediato reaccioné diciendo: 

—si lo conozco, en estados unidos tenemos mango.  

—¿quieres probarlo? —dijo Nicolás— acercándome un pequeño mango de color entre amarillo y naranja. 

Lo tomé, le di un mordisco sin pensar; un click directo me despertó el cerebro; lo más dulce, cremoso que alguna vez comí; era una sensación entre la textura de un dulce de leche; y un vaso de helado de yogur; pero con muchas fibras que hacían hasta divertido el comer. Esta fruta sin duda me toco el corazón. Pensé que conocía el sabor de un simple mango; pero ahora tuve un toque de realidad, entendí en ese instante que por fin había probado un mango de verdad y que todos estos años en mi supermercado solo estaba comprando una copia barata que ahora me recordaba a el sabor del cartón más que de una fruta. Esta experiencia ya había pagado mi viaje, tuve que venir a Colombia para conocer lo que era un mango de verdad. Aún tenía mis ojos cerrados, sumergido en mis pensamientos y mi pasión en cada mordisco; hasta que escuché la vos de Nick preguntándome si estaba bien, asentí con un movimiento de arriba abajo de mi cabeza. 

—vamos muchachos, sigamos a la siguiente parada —nos dijo Nick—. 

Por. Fredy Calderon